1. Tus padres te reciben en la estación y te besan cual osito de peluche estrujable.
2. Tus amigos se sorprenden al escucharte hablar sin acento.
3. Pero recuperas el acento en un par de horas.
4. Te reconcilias con tu cama, lo cual implica pasar tiempo con ella y no abandonarla hasta la hora de comer.
5. Le pides a tu madre que te haga todos esos platos que no te salen igual que a ella.
O que no has probado a preparar porque el pizzero se mosquearía si no le llamas al menos tres veces por semana.
6. Como consecuencia de lo anterior, el viaje de vuelta es rodando.
7. Vas a ver procesiones, aunque cuando vivieras en tu pueblo o ciudad no fueses a ninguna.
8. Vas de fiesta al bar de siempre y te das cuenta de que ha sido ocupado por seres que resultan ser los hermanos de tus amigos.
Sí, todo el mundo crece. Todos vais al mismo bar y así es como te sientes.
9. Tu madre te echa la bronca por cosas que haces todos los días cuando ella no te ve.
10. En el fondo, te da penita marcharte.
11. Pero se te pasa cuando ves de nuevo tu segundo hogar por la ventanilla.
[Colabora: María Casbas]