Últimamente me han repetido muchas veces que soy, en la mayoría de ocasiones, una persona muy borde. Yo no opino así. Más bien, creo que soy de simpatía selectiva. Pero cada uno que lo llame como quiera. Sin embargo, pensándolo he llegado a la conclusión de que tal vez lo sea, pero eso no tiene porqué ser algo malo. Si eres tan borde como yo, o conoces a alguien como yo, entonces debes leer esto.
1. Nunca te mentiremos, porque no nos interesa caer bien a todo el mundo, es más, nos da igual. Por ello, no tenemos necesidad de mentir para quedar bien. SIEMPRE seremos sinceros.
2. No nos la jugamos por cualquiera. Si de verdad eres amigo nuestro, nuestra bordería no tiene nada que ver a la hora de la verdad. Eso sí, no va a ser con cualquiera. Si saltas tú, saltamos nosotros. Literalmente.
3. No somos besucones. Mucha gente nos llama bordes principalmente por eso, porque llegamos un sitio y no nos sentimos con la obligación de llenar de babas a todo el que esté allí. Sin embargo, muchas veces acabamos cediendo y esos besos, aunque no lo sepáis, valen el triple.
4. Que seamos bordes no significa que no estemos ahí cuando un amigo lo necesita. Si una persona a la que queremos tiene problemas y necesita hablar, nos da igual que sea las 4 de la tarde o las 5 de la mañana. Estaremos ahí, pegados a un teléfono escuchando sus penas.
5. Si nos das un poco de alcohol, dejamos la bordería justo al lado de nuestra decencia.
6. Nunca haremos algo con lo que no estemos a gusto. Somos totalmente nosotros mismos y nunca haremos algo que no nos apetezca y es más, no tendremos tapujos en decírtelo claramente. Así que, si haces planes con nosotros, ten por seguro que estamos contigo porque queremos, no por obligación. Eso es bonito, ¿no?