Por mucho que te lo expliquen hay que vivirlo.
1. Las vacaciones realmente no son vacaciones si no pasas por lo menos una semana en tu pueblo. Estás deseando ir y ver a tus amigos de allí.
2. Algo típico es darlo todo en la orquesta de las fiestas. Cuando los mayores del lugar se van a sus casas, los jóvenes los sustituyen.
3. Por no hablar de los locales. Ya sea un garaje, una casa abandonada o un cuchitril, pero tenemos un local donde pasar gran parte del tiempo (sobre todo en fiestas, por que las fiestas de pueblo también tienen lo suyo).
4. Las cicatrices con más historia te las has hecho en el pueblo.
5. Tu verano está lleno de fiestas de pueblos cercanos. Todos los fines de semana del verano los pasas en las fiestas de los pueblos de alrededor, pero el fin de semana que más esperas, es de las fiestas del tuyo, cómo no, porque son las mejores digan lo que digan.
6. Allí valoras esa libertad de andar por las calles. En el pueblo se puede andar libremente por las calles sin que ocurra nada peligroso.
7. El medio de transporte por excelencia: la bicicleta. Vas en ella a todas partes. Y esto es así.
8. Tienes un mote originario de allí. Ya sea por alguna anécdota, por algún mote heredado o por alguna característica tienes un mote por el que todo el mundo en el pueblo te conoce. A veces, ni saben cuál es tu verdadero nombre.
9. Existe una cierta rivalidad con el pueblo vecino.
10. Siempre recordarás tu primer amor, que seguramente sea de allí.
11. En el pueblo no necesitas quedar con nadie. Simplemente sales y te vas encontrando con gente, u os vais reuniendo en un lugar concreto, generalmente en la plaza.
12. Allí, tus amigos de toda la vida siguen siéndolo. Pase lo que pase, cambies lo que cambies, esos amigos del pueblo con los que jugabas de pequeño seguirán estando ahí.
13. Las noches de verano más bonitas se viven en el pueblo.