La bibliotecas suelen ser lugares a los que uno va a leer, consultar libros o estudiar pero no siempre es posible, hay una serie de cosas que te lo impedirán. Cosas realmente odiosas:
1. Las parejitas. Ir con tu pareja a estudiar a la biblioteca está bien, os podéis dar ánimos mutuamente y hacer descansos juntos pero pocos más. Para sobarse y morrearse hay lugares llamados hoteles. En serio, parejas pastelosas, guardaos algo para casa, o mejor, no vengáis, os odiamos.
2. Los tacones. Que algunas chicas no diferencien entre una biblioteca y un tablao flamenco es para preocuparse. No suele haber caza-modelos de incógnito escondidos tras unos apuntes de Derecho Constitucional así que, las que tiene complejo de Kate Moss que se queden en casa.
3. Conversaciones susurrando. Preguntar un pequeña duda al compañero es comprensible, llevar 48 minutos hablando del poco caso que te hace Alfonso el de 3º de Ingeniería toca las narices, y mucho, sobre todo cuando lo hacen esas personas que susurran mas alto de lo que hablan.
4. Acrobacias con el bolígrafo. Asúmelo no te van a coger en el Circo del Sol, no hace falta que te pases 3 horas haciendo girar el bolígrafo en tu dedo pulgar. Peor aún los que no saben hacerlo y se pasan tirando el p*** boli al suelo cada 2 minutos.
5. Los mirones. El típico plasta que no deja de mirar a cada lado y lo único que estudia es la flora y la fauna de la sala. Sí, el mismo que se sienta a tu lado y no deja de mirar tus apuntes tanto que acabas pensando que seguramente se los sepa él mejor que tu.
6. Paseantes. Estirar las piernas es necesario, acumular 8 km en paseos no tanto. La visita a tu amigo de la otra punta de la sala es casi obligada, pasar por todas las mesas varias veces no. A pasear al campo.
7. Latas de refresco. ¿Como jode el sonido de una lata recién abierta eh? Toda la biblioteca se gira para mirar al susodicho pero es por una sencilla razón: envidia. Vosotros estáis acalorados y sedientos pero no tenéis un triste euro para gastar en la maquina. Qué pringados.
8. Escasez de enchufes. Repartir dos enchufes entre 200 personas se antoja complicado, sobre todo ahora que las baterías de los móviles duran un suspiro y el postureo tablet se lleva mucho. La guerra del siglo XXI.
9. Vibración de móviles continuada. Molesta a la par que asusta. Tu estas tranquilamente con tus apasionantes apuntes cuando, de repente, un terremoto sacude la mesa y tu reacción no es otra que protegerte debajo de la mesa, bueno quizás hemos exagerado un poco pero hay móviles que tienen una potencia de vibración digna de estudio.
10. Competición de mecanografía. Esa gente que en vez de escribir suavemente con su ordenador aporrea el teclado sin sentido. Esa gente debería perder las manos.
11. Auriculares con volumen estéreo. Tu mierda de música escúchala tú, no pongas tus horteras auriculares con el volumen a tope porque el resto de la biblioteca no queremos música. A parte de no tener gusto musical está claro que no tienes tímpanos.
12. Mandíbulas desencajadas de tanto mascar chicle. Un simple dato: el chicle se masca de la forma más disimuladamente posible y con la boca cerrada. Rumiar es de vacas. Gracias.
13. Almuerzo de uñas. Llévate un bocadillo o una manzana, las uñas no alimentan, no hace falta que te comas una cada vez que te estudias un párrafo.
14. Pantone completo para subrayar. Con un rotulador amarillo es más que suficiente, de verdad que no es necesario llevar 4 estuches con todos los colores y todas las gamas cromáticas existentes hasta la fecha. Los apuntes no son un libro para colorear ni un cuaderno de apuntes de los próximos diseños de Ágatha Ruiz de la Prada.
15. Atriles. Postureo puro y duro. Son útiles sí, pero siguen siendo postureo y ponen un poco de los nervios.
16. Mocosos. El típico con un catarro de espanto que se ha olvidado los pañuelos y no deja de sorber mocos... O su amigo igual de enfermo que sí tiene pañuelos y los va dejando por la mesa como si fuera un campo de minas.
17. Fashion Show. Ese grupito de chicas que se arreglan más para ir a estudiar que para salir un sábado. Que sí, que vais muy monas, pero que hay que saber diferenciar.