Me han llamado muchas cosas a lo largo de la década de los veinte años, algunas buenas, otras que no tanto, algunas que eran verdad y la mayoría —desde mi punto de vista— que eran erróneas. Pero sea como sea es difícil no dejar que esas cosas que la gente te dice te afecten. "A palabras necias oídos sordos" —decían— pero no es tan fácil cómo parece.
Durante esta década parece ser que tus padres, tu familia y tus profesores tienen un mayor interés en decirte lo que debes, lo que no debes, lo que estás haciendo mal y lo que no estás haciendo bien. El truco no está en ignorarlo, sino en escucharlo, asentir y avanzar.
1. Eres un arrogante.
Billy Joel, el músico estadounidense, les dejo muy claro a sus padres que si no iba a la universidad de Columbia era porque se iba a Columbia Records, dónde no necesitaba un titulo. De esta forma renunció a las clases de verano para hacerse un hueco en el mundo de la música. Suena a chulo, prepotente o demás historias que profesores y padres te suelen llamar como respuesta a una frase como esta, pero estoy seguro que Billy Joel usó un tono arrogante mientras lo decía. Billy Joel “justificó” esa arrogancia firmando en el año 1972 con Columbia Records logrando más de 40 hits y 6 Grammys hasta que se retiró finalmente en 1993.
Esta arrogancia no deja de ser más que la confianza que tu tienes en ti mismo y que el resto, por la razón que sea, no es capaz de ver - aún. Hay que ser arrogante, creer que vas a comerte el mundo pero aún más importante ser capaz de demostrar que todo aquello que está saliendo por tu boca, es verdad.
2. Eres un impaciente.
La gente es muy dada a dar consejos, muchas veces, contradictorios a más no poder. Os sonarán el “no dejes para mañana lo que no puedas hacer hoy” y el “en la vida hay que saber esperar”. ¿OS QUERÉIS ACLARAR? Mientras llegáis a una conclusión lo que no voy a hacer es quedarme sentado.
Ser impaciente, algunos lo dicen cómo si eso fuese lo peor, pero ¿conocéis a alguien al que le hayan multado por haber hecho algo demasiado pronto? Porque yo, personalmente, no. Somos jóvenes, si hacemos algo por impaciencia es para ganar tiempo por si lo tenemos que deshacer después, nos equivocamos y aprendemos de nuestros errores. Pero no esperamos – a no ser que sea para estudiar o hacer trabajos, que ahí si que esperamos hasta el último momento.
3. Eres un cabezota.
Contéstame que NO 50 veces e intentaré por todos los medios que la siguiente vez sea un SÍ – esta teoría no es válida cuando una chica no para de hacerte la cobra en un bar. Ser un cabezota y querer salirte con la tuya no tiene porque ser algo negativo, de hecho, es la base del éxito. Es la forma con la que aprendimos a nadar, andar en bici o a conducir. Intentarlo de nuevo, una y otra vez hasta que salga de la forma que queremos.
Vivimos en una sociedad en la que la gente te dice que no antes que sí, y espera tu fracaso antes que tu triunfo. Ser un cabezota es la única forma de sobrevivir en este mundo, y como decía Kanye West en su canción Dreamkillers: El éxito es la mejor vengaza – Somebody told success is the best revenge.
4. Eres un estúpido por creer eso.
Imbécil, estúpido, tonto o risueño, llamadlo como queráis. Hay que serlo, hay que tener objetivos y creerse lo suficientemente estúpido como para lograrlos, ¿de qué otra forma lo ibas a conseguir?
Suele pasar que los objetivos que te has propuesto en la vida – tener dos hijos y una casa en Nueva York o tener millones antes de los 26 y salir con una supermodelo – sean tan disparatados que la gente no dude en tacharte de idiota. Puede que tengan razón, pero esa no va a ser la excusa para que TÚ no intentes conseguirlos. Te conoces mejor que nadie, llevas toda tu vida conociendo tus límites y si crees que puedes alcanzar aquello que te propones, adelante, sé un estúpido. Ya nos lo dijo Steve Jobs en una de las campañas realizadas por Apple: "porque las personas que están lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo son quienes lo cambian".
Vía: EliteDaily