¡Ay!, ya se nota en el ambiente que la época en la que somos mejores personas, sólo para que los Reyes no nos dejen carbón debajo del árbol, está llegando. Poco a poco el alumbrado de las calles se va encendiendo, el olor a castañas asadas nos acaricia la nariz y los anuncios de perfume ocupan más tiempo en televisión que los informativos. Sí amigos, ¡ya está aquí la Navidad! Y también lo sabes porque en tu casa van a apareciendo estas cosas:
1. El papel marrón del Belén. Sí, ese material que lo mismo vale para hacer la montaña de turno o el portal en sí, es algo que nunca sabes dónde está a lo largo del año pero que todos los meses de diciembre aparece como por arte de magia.
2. El papel de plata para hacer el riachuelo que cruza por medio del Belén, con su puente para pasar de un lado a otro y sus lavanderas metidas en faena. Hay que reivindicar el rol de este material y sacarlo de la cocina.
3. Los mantecados de limón del año pasado que nadie quería y que serán los primeros que pongas en las bandejas este año. Lo más probable es que acabes teniendo que meterlos en la despensa una vez más, a menos que en la cena familiar un cuñado rete a otro con un "¿A que no hay huevos?".
4. Lucecitas de Navidad cantarinas que irán perdiendo la voz a lo largo de la segunda semana que las uses. Después de haber deshecho el lío en el que ellas mismas se habían metido mientras esperaban en su cajita, el día 26 su melodía sonará más a Sergio Dalma que a Beyoncé. Bueno, o a Mariah Carey en sus mejores momentos:
5. Una cajita de Ferrero Rocher para que tú también encuentres a tu Vargas Llosa, porque nunca se sabe cuándo vas a dar una fiesta para 1.200 invitados y todas tus bandejas con torres de bombones dorados han de estar perfectas.
6. Bombones con formas marinas: caracolas, estrellas de mar, caracolillos, almejas... Sólo falta Úrsula de la sirenita, aunque si ella tuviera representación seguro que sería uno de licor.
7. Turrón del duro, pero del duro, durísimo, del que hay capítulos de bricomanía que enseñan trucos sobre cómo cortarlo y comerlo. Casualmente le gusta a tu abuela... ¡igual que los helados del mismo sabor!
8. Trozos de papel de regalo de navidades anteriores que tu madre te hizo guardar "por si acaso". Todos son de estampados distintos y ninguno debido a su tamaño y forma sería capaz de envolver nada. Eso sí, el packaging de tus paquetes será el más original de la casa, ¡viva el patchwork!
9. Pies de árboles de Navidad que no encajan con el tuyo pero que no sabes por qué están ahí. Lo que vendría a ser la encarnación del espíritu de las navidades pasadas.
10. Las pelis de la saga Harry Potter para hacer un maratón, porque es inevitable no querer tener una Navidad como la primera que pasa el niño que sobrevivió en Hogwarts.