Mucho ha mutado la factoría de los sueños, mas sus historias no han renunciado a una guarnición de personajes secundarios que, juntos o enfrentados, añaden conflicto, enredos y comicidad hilarante. Con o sin voz, en primer plano o de fondo. Y sí, suelen ser todos animales, y quizás por eso, tan niños como su público…
1. Meeko y Percy. El choque de civilizaciones entre indios e ingleses halló correlativa traslación entre sus mascotas. Percy sería muy sotisficado y refinado, pero en propio campo, Meeko ganaba por gorrón y espabilado, y no le salía mal, pese a su andar torpe.
2. Timón y Pumba. Hakuna Matata, vive y deja vivir. Gracias a ellos, Simba superó la adversidad para volver fortalecido y reclamar el trono que su tío le arrebatara.
3. Flanders y Sebastian. Siempre fieles a Ariel, hasta el punto de seguirla y apoyarla en su nueva vida, con el riesgo que conllevaba merodear las cocinas de palacio.
4. Iago y Abu. Siempre dispuestos a echar un cable. Eso sí, cada uno con su jefe, Yafar y Aladdín. A estos no hay tormenta de arena que les pare.
5. Ding Dong y Lumière. El príncipe Adam pecó de soberbio y ególatra. Y por eso, abandonó su apariencia humana. Bueno, él y el resto de habitantes del castillo, condenados a ser objetos con vida propia. Lo que Íker llamaría poltergeist.
6. Baloo y Bagheera. Los compañeros de Mowgli le guían y crían, para que sepa desenvolverse conforme a la ley de la selva, en medio de peligros diversos.
7. Pena y Pánico. Estos eran y son los secuaces de Hades, el dios del inframundo. Ellos se deben a su amo y con tal premisa, deben contrarrestar la amenaza del joven Hércules.
8. Mike y Sulley, aprendices de asustadores en Monsters University. Demasiado entrañables como para espantar a los niños, pero con un punto de cómica imperfección que suple su decepcionante “humanidad”.
9. Chip y Chop. Basta con un par de ardillas para sacar al pato Donald de sus casillas, por lo que no le veremos por Hyde Park, tan poblado de...
10. Mushu y Crick-Kee. Sin ellos Mulán no hubiera logrado recobrar y aumentar el honor de su familia.
[Colaboración: Ángel David Sánchez]