El ser humano es extraordinario. No lo digo yo, lo dice Aquarius, pero estoy de acuerdo. Lo que pasa es que se empeña en ocultarlo todo lo posible. Para no llamar la atención, claro está. Somos como Batman, nos avergonzamos de ser inteligentes y por miedo al qué dirán, suspendemos. Nos quejamos por todo y pocos plantean soluciones, entre otros hábitos que hacemos todos y deberíamos cambiar. Quiero aportar mi granito de arena para que, de una vez por todas, saques al Batman que llevas dentro (o Catwoman, no hay exclusiones) Éstas son las prácticas que deberíamos dejar de hacer, si queremos mejorar la sociedad (y sentirnos mejor con nosotros mismos, que nunca viene mal)
1. Ir por el mundo como si solo existieras tú. ¿Cuántas veces te has quejado de que un par de señoras ocupan toda la acera y no dejan pasar a nadie? ¿Cuántas veces has querido aparcar y te has encontrado con una flamante moto en medio del parking para coches, o peor, te has encontrado con un coche ocupando dos plazas? Si se hubiera movido un poquito, podrías haber aparcado. Pero no. Pensar en nosotros mismos está bien cuando vas a perseguir tus sueños, cuando pides en el McDonalds o cuando tu pareja intenta averiguar qué te gusta en la cama. Pero en términos generales, un poco de civismo nunca hace daño a nadie.
2. Quejarte. Nos pasamos la vida quejándonos. Y oye, Batman seguro que también protestaba por lo fácil que se lo ponía todo el mundo siempre. Pero creo que ya no distinguimos la línea entre la queja sana para desahogarse y la queja constante por costumbre. Como es gratis y nos hace sentir mejor, hemos desgastado las quejas. Si quieres, quéjate. Pero haz algo al respecto. Un 2X1.
3. Dejar que los demás te hagan sentir mal. No entiendo por qué dejamos que los demás nos hagan sentir mal con sus pensamientos negativos, sus opiniones negativas o su actitud negativa frente a la vida. Gente que se queja por todo, gente que paga sus enfados con todos, gente que se enfada por todo. Y tú en medio. Al final tu buen humor se va por donde ha venido, y acabas cabreándote por algo que ni siquiera te concierne. Que los demás estén amargados no es problema tuyo. Sonríe y a tu rollo.
4. Aguantar a gente tóxica. Se ha puesto de moda el concepto de "gente tóxica", porque cada vez somos más conscientes de que algo falla en esas personas que solo buscan aprovecharse de ti. Son muchas las tácticas que utilizan, a veces van de víctima y otras veces te hacen creer que son ellos los que te hacen un favor por estar en tu vida. En general te engañan, te mienten, te lavan el cerebro con bonitos gestos de vez en cuando, pero por otro lado descargan lo peor de ellos sobre ti, no te tienen en cuenta, no te escuchan, no piensan en ti o en lo que necesitas. Solo piensan en ellos mismos. Y te necesitan para reafirmarse. Tú tienes la última palabra.
5. Callarte lo que piensas. Lo que no se dice es lo que más daño hace. Tampoco es de cosecha propia. Lo dijo un psicólogo famoso, pero es algo obvio. No es lo mismo herir a diestro y siniestro con tus juicios de valor y tus críticas destructivas, que expresar tu opinión (si puede ser, de la forma más diplomática posible) sobre qué te gusta, qué te saca de quicio o qué crees que debería mejorarse. La comunicación lo es todo, y si todos dijéramos lo que pensamos, sin medias tintas ni dobles intenciones, la gente dejaría de rayarse por todo, no habría tantos malentendidos y llegaríamos a conocernos mejor.
6. Darle vueltas a todo. Nos rayamos por todo porque hacemos caso omiso del punto número 6. Si ya de por sí le damos vueltas a las cosas que sí nos dicen o hacen, imagínate el caos que montamos con lo que creemos que nos han dicho o con la interpretación de ese gesto que nos han hecho. Bastante complicado es el mundo como para complicarlo más. No te compliques, simplifícalo todo. Si ese chico te dijo que se olvidó de qué día era, créele. Si esa chica te dice que no vio tu perdida, no dudes de ella. Total, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, ¿no? No te rayes. Tu cerebro te lo agradecerá.
7. Decir sí a todo. Está bien que le digas que sí a la vida, pero hay veces en las que tienes que plantarte o acabas pasándolo peor. Hacer algo que no te apetece, fingir ser alguien que no eres, ver una película que no te convence o comer un plato que odias son algunas de las cosas que solemos hacer por complacer a los demás, porque nos vemos incapaces de decir esas dos letras negativas que tan bien harían de vez en cuando. Repite conmigo: NO. Y esto nos lleva al punto siguiente.
8. Preocuparte por el qué dirán. Cuántas veces has devuelto ropa porque a tu madre no le gustaba. Cuántas veces has ocultado lo que te gusta, cuántas veces has puesto excusas para no tener sexo porque ibas sin depilar. Cuántas veces le has pedido a otra persona que compre condones por ti (sobre todo cuando eres adolescente) ¿Y las excusas que pones cuando tu novia quiere ver esa película que logra deshidratarte de tanto llorar? La vida son dos días. Disfrútalos.
9. Vivir a lo fácil. Si tu vida es demasiado fácil entonces algo estás haciendo mal. Las cosas que merecen la pena suelen costar un esfuerzo extra, y muchas veces no planificado. ¿Y sabes por qué merecen más la pena? Porque has tenido que renunciar a X cosas para lograrlo, has invertido X tiempo de tu vida intentándolo y al final, después de todo, lo has conseguido. Te lo has ganado, y nadie puede quitarte eso. De paso aprendes a valorar cuánto cuesta conseguir lo que quieres, ya sea una buena nota, independizarte, un cuerpo acorde a tus expectativas o ser la número uno en tu empresa.
10. No preguntar. Los hombres tienen una alergia extraña a preguntar por calles y direcciones, y todos en general solemos cortarnos mucho cuando estamos en un grupo amplio de personas. Muy relacionado con el punto número 9, si nos surgen dudas, nos las guardamos para nosotros mismos por miedo a quedar como incultos, incompetentes, estúpidos o ignorantes (entre otras cosas) Pero no hay forma más rápida de aprender y resolver dudas que preguntando. No solo eliminas una duda de tu vida, sino que poco a poco te resultará más fácil intervenir públicamente. Piénsalo. Sales ganando.
11. Compararte con los demás. Tú eres tú y tus circunstancias. Lo decía Ortega y Gasset, y no podía estar más acertado. Tenemos la costumbre de compararnos con todo y con todos cuando en realidad no hay punto de comparación, no mientras se trate de personas diferentes, momentos diferentes y lugares diferentes, aunque la situación sea la misma. Si sales ganando en la comparación, estás obteniendo satisfacción de una fuente no fiable, irreal y efímera. Si sales perdiendo, te estás haciendo daño con algo no fiable, irreal y efímero. ¿Compensa?
12. "Tú más". Estar a la defensiva ante las críticas ajenas solo demuestra la poca capacidad que tenemos para aceptar opiniones diferentes a la nuestra. Si es una crítica constructiva, reflexiona sobre ello y decide si hacer algo al respecto o no. Y si es una crítica que solo busca joderte, ignóralo. Simplemente. Pero el "tú más" ni aporta nada ni mejora la situación.