Ahora que el roscón de Reyes ya está en el subsuelo, es hora de hacer balance (y balanza) de las fiestas navideñas. Los tiempos cambian, pero el río de papel de plata del Belén permanece, y los juguetes que se dejan alrededor del árbol de Navidad siguen otras modas, por eso, si sientes un poco de nostalgia tras estos días y sigues esperando debajo del muérdago, échale un ojo a esta lista de regalos que todos esperamos encontrarnos la mañana del 6 de enero:
1. En una Navidad muy muy lejana, de cuyo año no quiero acordarme hubo una Barbie que rompió records. Sí, amigos, antes de las Bratzs, las Monster High y demás muñecas cuyo tamaño de cabeza era considerable, hubo una rubia que lo petó, y fue la Barbie "del móvil". No recuerdo exactamente cuál era su nombre, pero debajo de mi árbol no apareció, porque se agotó allá por octubre. La gracia del juguete era que venía con un teléfono que te permitía hablar con otra amiga que tuviera también la misma muñeca. Si alguien sabe de ella, que lo comente y que le pida a Andrea Compton que haga un Unboxing.
2. El barco pirata de Playmobil o cualquier otro juguete de la casa, que se traducía en que tu padre o tu madre se pasara toda la mañana del 6 de enero montando piezas (algunas de las cuales acabarían pisando y lesionándolos de por vida. Este dolor es solo superable por el conocido golpe de patinente en espinilla) para construir la casa del árbol de Robin Hood, ¡riéte tú de Ikea! También era muy curioso cuando en los anuncios salía eso de "+50 euros" y tú te preguntabas que qué más le daría a los Reyes eso si son magos.
3. La pokédex. Puede que ya tuvieras la Game Boy con su Pokémon Rojo Fuego y todo eso, ¿pero y el poder que te daba la Pokédex?, ¿cuánto conocimiento había ahí dentro?, ¿de qué otra forma ibas a conocer todos los datos de los 800 zubats que te habían salido en esa cueva?
4. La motito a batería para niños de 3 años que tú seguías queriendo con 7. El poder que uno sentía cuando pisaba el botón de arrancar se podía equiparar a poco por aquellos entonces.
5. La serie naranja de libros de El Barco de Vapor o la de Los cinco de Enid Blyton. Decidme, ¿no es cierto que habéis leído Fray Perico y su borrico?
6. Cualquier juego de mesa que te llamara la atención ese año. Siempre, siempre lo quisiste y tus padres siempre se negaron, hasta que los Reyes acabaron trayéndote Operación, Simón dice, Cluedo, etc. Por supuesto que jugaste... El día 6, y la cara de tus padres era de "por favor que se canse pronto". Ahora cuando juegas con tus amigos al Trivial o al Party aquello acaba en batalla campal.
7. Un ordenador educativo con el que te creías un ejecutivo de Wall Street. Uno de mis regalos favoritos, lo mismo te enseñaba sinónimos y antónimos, que multiplicaciones con dos cifras o inglés.
8. El teléfono fijo con forma de labios para colocar en tu habitación. Este era uno de esos regalos que no sabías cómo sugerir a tus padres, ya que te exponías a un "¿y tú para qué quieres eso? Para llamar a la abuela ya tienes el del salón".
9. El juego de pintura con caballete incluido. Creo que la principal motivación para pedir esto es que creías que iba a sacar el Murillo que llevabas dentro de ti, ese que nunca salió en las clases de Plástica del instituto.
10. La pizarra magnética que se borraba con dos pasadas (desconozco su funcionamiento interno) y que te permitía hacer infinitas creaciones. Además, traía a los lados unos sellitos con forma de flor, corazón, estrella, etc.
11. Un microscopio que por supuesto acababa en el trastero después de que pusieras bajo su luz un pelo de tu madre. Venía con sus muestras de ala de saltamontes, de algodón y fibras de cualquier otro tejido, etc y logró despertar en ti un amor por la biotecnología que no sabemos dónde acabó.
12. Una máquina de escribir, porque todos sabemos lo necesarias que fueron a partir de los 90. Puede que algún dedo se te colara entre una tecla y otra, pero te hacía sentir igual de poderoso que darle al pedal de la moto a batería.