Todos vamos creciendo y las cosas cambian a nuestro alrededor. Familia, amigos, costumbres, lugares... Se suele decir que nada es para siempre pero no es cierto, sí que hay cosas a las que damos un valor especial, cosas que nos definen, que forman parte de quienes somos y que nos acompañarán siempre. Por pequeñas que sean o por mayores que nos hagamos conviene recordarlas. Se trata simplemente de esas cosas de nuestra infancia que aprendemos a valorar más con el paso del tiempo...
1. Esas fotos de cuando eras pequeño.
Y esa sensación de abrir un album de fotos y que te salpiquen todos y cada uno de esos recuerdos de tu infancia.
Si tienes alguna, guárdala bajo llave como un tesoro, porque es una de esas cosas bonitas que se han perdido casi por completo. (Para los menos románticos, las cartas del banco no cuentan).
3. Los dibujos que hacías de pequeño.
Y que no tienen menos valor que el mejor cuadro de Picasso, son únicos y sabes que ya no podrías hacer uno igual.
La primera vez que te llevaste a alguien a la cama. Reconoce que desde el momento en que dejaste de llevarlo, has puesto el listón más bajo.
5. El lugar en el que veraneabas cuando eras niño.
Da igual los años que pasen, los sitios a los que vayas o el tiempo que lleves sin ir. Siempre será ese lugar.
6. Los momentos con tus abuelos.
Lo que te contaban, lo que te cuentan o lo que te seguirán contando. Todo eso, es lo que cuenta.
7. Tu plato o tu postre favorito de siempre.
Porque no hay uno igual a ese que sólo tu madre sabe hacer.
Porque cuando creces sabes que nunca volverás a tener amigos como los que tenías con 12 años.
9. Tu película, esa con la que creciste.
Y que sabes con seguridad que nunca te cansaras de ver.
10. Y tu libro favorito. 11. El camino que siempre recorrías para llegar a casa.
Da igual a donde vayas o de donde vengas, siempre será el camino a TU casa.
12. Los días buenos de lluvia.
Esos en los que no te importa que llueva, porque sientes que necesitabas un día de lluvia así.
O una buena ducha, eso ya depende de ti.
14. Esos mimos que sólo ellos te saben dar.
Gato o perro, da igual, ellos siempre están ahí.
15. Y por supuesto, un abrazo de verdad.
Una de esas cosas que el dinero jamás podrá pagar.