El ser humano es racional, hasta que empieza a salir con alguien nuevo.
A partir de ahí, todo se vuelve borroso y la línea que separa la sensatez de la locura desaparece mágicamente.
1. Le das mil vueltas antes de contestarle. Aunque lo que te haya dicho sea un simple “hola, ¿qué haces?”, puedes tirarte media hora pensando qué respuesta será la más adecuada
2. Te pasas horas decidiendo cuál será la primera foto suya que enseñarás a tus amigos y amigas. Aunque tenga tres años de antigüedad. Todo sea porque se lleven una buena impresión.
3. Analizas cada palabra que te dice.
“Me gusta cuidarme” ¿Me estás llamando gorda?
4. “En persona gana más”.
Te inventas excusas para justificar su falta de estilo a la hora de posar ante la cámara.
5. Empiezas a balbucear cuando te preguntan por qué te gusta.
6. “Es una amiga de un amigo”. Mientes cuando te preguntan cómo os conocisteis. Es totalmente innecesario mencionar a Badoo.
7. Le has buscado en todas las redes sociales para saberlo todo: Google +, Facebook, Twitter, Linkedin y hasta en Tuenti (dios te libre).
“- Pues de pequeño me gustaba tocar la guitarra.
- ¿En serio? No tenía ni idea.”
8. Y más concretamente, has rastreado todas sus fotos con presencia femenina en busca de posibles ex’s. Y por si ésto no fuera poco, también has acosado el perfil de las finalistas.
“Pero si no pegan nada”
9. Accidentalmente le das a “Me Gusta” en una de sus fotos de Instagram que publicó hace… 40 semanas.
Y de repente, tirar tu móvil por la ventana en modo avión parece una idea maravillosa.
10. Aprovechas cualquier ocasión para hablar de cuánto te gusta.
11. Te pones en lo peor cuando no te contesta un WhatsApp inmediatamente: que si ya no le gustas, que te va a dejar, que lo vuestro no tenía futuro y se veía venir.
Mejor ir asumiéndolo.
12. Te acaba de seguir en alguna de tus redes sociales, y empiezas a borrar. Ahora además tardas una hora en redactar cada tuit.
13. Y cuando te decides por publicarlo, resulta ser un mensaje subliminal hacia esa persona.
“Y es que te quiero como el mar quiere a un pez que nada dentro, dándole de respirar.”
14. Te das por aludida en todas y cada una sus publicaciones. Y no sabes si reír o llorar.
O las dos cosas.
15. Mientras tanto, cruzas los dedos para que no se entere de que el de la foto de tu perfil es tu hermano. Y comprobar así si se pone celoso.
16. “Pero no me dejéis mal, ¿eh?”. Sobornas a tus amigos para quedar como una diosa en todos los aspectos. Y que se rían de tus chistes, solo faltaría.
17. Le pones un mote.
“Mmm se llama Joel, se parece a Yo.tu.el. Anda, como el cantante Yotuel Romero. Voy a llamarle Romero”
Puede que no funcione, puede que le vuelvas loco o ambos acabéis como cencerros, pero mientras dura… te sientes de puta madre.
Y eso es lo que importa.