Las ilustraciones siguientes imaginan un mundo dominado por los animales, donde el ser humano se convertiría en el eslabón más débil de la cadena alimenticia. Muestran cómo sería el mundo si los animales se convirtieran en los reyes de la naturaleza. Y al mismo tiempo, nos ayudan hacer un ejercicio de empatía al poder vernos en su lugar. ¿Te gustaría que tus piernas se consideraran amuletos de buena suerte, que convirtieran tu cuerpo en un laboratorio de experimentos o que exhibieran tu cabeza como si fuera un trofeo en la pared de su casa?
En ese mundo al revés, los animales actuarían como habitualmente actúan las personas con ellos. Los humanos serviríamos de alimento para el resto de los animales e incluso nos convertirían en mascotas. Estaríamos encerrados en jaulas y nuestros gritos de socorro serían interpretados como cánticos de felicidad. Nuestras piernas serían símbolos de buena suerte, y los delfines querrían fotos con nosotros. Los fines de semana irían a vernos al zoo y la caza de humanos exóticos sería uno de sus pasatiempos favoritos.
Todos estos escenarios y muchos más han sido recopilados en estas imágenes. Algunas de ellas muestran situaciones escalofriantes. Y su objetivo, problemente, es que no vuelvas a verlos igual. La Declaración Universal de los Derechos del Animal (1977) compuesta por 14 artículos, reconoce a los animales no humanos el derecho a la existencia, a la libertad, a no sufrir malos tratos y a una muerte sin dolor. Jeremy Bentham, padre del utilitarismo, afirmó que “cuando se está decidiendo sobre los derechos de un ser la pregunta no es: ¿pueden pensar?, tampoco es ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?”. La capacidad que tienen de sufrir es la característica diferenciadora que les otorga el derecho a ser considerados con igualdad. Los animales son seres valiosos que merecen nuestro respeto y protección. Un trato que, como mínimo, exige no provocarles un sufrimiento inútil.
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Imágenes: Borded Panda.