Octubre sigue trayéndonos buenas cosas, y los atascos suponen uno de los regalos que nos trae el décimo mes del año. Vueltas a colegios, institutes, universidades, trabajos... Y todas estas cosas son las que vives mientras observas tu vida pasar y escaparse en un atasco:
1. Giras la cabeza a derecha o izquierda y ves como el del coche que queda a tu lado se mete el dedo en la nariz. ¿Por qué?, ¿es algo que se os activa automáticamente cuando paráis o qué? HORROR.
2. Si apuro mucho, ¿seré capaz de colarme entre ese coche y el arcén para adelantar? No lo intentéis por Dios, es una trampa.
3. ¿Por qué no tengo una moto? Sí, te llegas a plantear comprarte aunque sea la más pequeña que se pueda poner en carretera para librarte de los atascos, porque cuando ves a los motoristas con sus zigzags llegando puntual y levántadose más tarde, es inevitable hacerlo.
4. ¿Y si dejo el coche a un lado y le pido a esa de la moto que me lleve? Vale que eso sólo lo piensas con motivo de la desesperación, pero si eso fuese posible se podría volver a creer y tener fe en la humanidad.
5. ¿Por qué está pitando? A ver, ¿te crees que estamos aquí todos parados por gusto? Mira no, déjalo, que te levantaba yo todos los días dándole al claxon debajo de tu casa.
6. ¿Por qué los semáforos tardan menos en ponerse en rojo? No, no es que tarden menos, sino que hay más coches y todo tarda más en arrancar. Hay veces en las que en el tiempo de transición entre verde y rojo pasan sólo un par de coches, y eso duele mucho, sobre todo cuando llevas entre un semáforo y otro diez minutos.