Existen personas que no logran pasar desapercibidas por mucho que lo intenten. Son esas personas que pisan fuerte y dejan huella, aunque se crucen en nuestros caminos sólo unos minutos.
1. Las valientes. Las personas valientes tienen los miedos de cualquier mortal pero son expertas en superarlos. Se conocen bien. Suelen decir lo que piensan sin los incómodos y clásicos remordimientos que siguen a los ataques de sinceridad, no les importa (o al menos lo disimulan bien) el qué dirán, y tienen el coraje de perseguir sus sueños por alocados que parezcan. Dan un paso al frente por sus ideas y saltan al vacío. Saben decir sí a las oportunidades y no a las cosas y/o personas-lastre. Las valientes son esas personas que quieren comerse el mundo. Y sí, normalmente lo consiguen.
2. Las ‘hormigas’. Son constantes, disciplinadas, metódicas y su tenacidad suele impacientar a las personas de perfil osoperezoso, loquieroparaayer y pasodeempezarpoqueyaquieroacabar. Las ‘hormigas’ se marcan objetivos a largo plazo y no abandonan su camino hasta lograrlos. A veces les acompaña el talento, otras no, pero una cosa es segura: no hay éxito sin constancia, y este tipo de personas lo sabe bien. No se dejan distraer y son maestros de las carreras de fondo. Seguro que, en cualquier etapa de tu vida, al menos una persona-hormiga te ha adelantado en el sprint final. A mí también. Y fue cuando aprendimos que la perseverancia y el empeño tienen premio.
3. Las optimistas. No confundir con las personas valientes (las optimistas no necesariamente lo son). Lo que caracteriza a un optimista es ese entusiasmo aderezado con una pizca de ingenuidad que hace invisibles los obstáculos frente a cualquier tarea que emprenden. Todo es posible en su mundo. Y además son capaces de contagiar esa sensación a varios metros a la redonda. Algunos incluso siguen creyendo en la posibilidad de algo a pesar de que la vida les haya dicho “¡No!” con un letrero luminoso y de colores. Pero… bendita ingenuidad. A veces es lo único que tenemos, ¿no?
4. Las divertidas. Éstas sí tienen un don para hacernos reír, por dramática que sea la situación. Son esas personas con una gracia innata, esas a cuyo alrededor todo son carcajadas y buenrollismo; a veces un simple gesto de su cómica cara nos hace llorar de la risa. ¿Es o no es un don? A mí me lo parece. Porque reír es una de las cosas más maravillosas que podemos hacer. Y además es gratis.
5. Las independientes. Han construido su propia vida como si fuera una estantería de IKEA, tornillo a tornillo, balda por balda, y sin ayuda de nadie. Las personas independientes entran y salen cuando quieren, no piden ni dan explicaciones a nadie (si tienen que hacerlo, algo por dentro les empieza a apretar el estómago) y disfrutan de la soledad. Su propia compañía es un regalo. Son personas fuertes, con la autoestima equilibrada y una capacidad innata para no depender de nada ni de nadie. Son libres, y reflejan esa libertad respetando el espacio de los demás.
6. Las transparentes. En un mundo saturado de prejuicios y etiquetas, las personas que se muestran tal y como son pueden considerarse un regalo casi divino. Suelen ser también del perfil valiente, pues superan el miedo al rechazo que todos, en mayor o menor medida, tenemos. Las personas transparentes son garantía de sinceridad y confianza, aunque las veas llenas de cicatrices. Tienen muchas heridas, pero siguen haciendo nudismo. No pueden evitarlo. Son una especie en extinción, pero si conoces a alguien ‘transparente’, puedes jurar que te marcará. Y, ojo, tampoco podrás evitarlo.
[Colaboración: Marta G. Calderón]