Puede que dentro de unos diez o veinte años, recordemos con nostalgia todos los problemas que ahora nos traen de cabeza, como el tan famoso “You have watched 72 minutes today” o que los programas de Windows te suelten el mensaje de “No responde”, sobre todo cuando la ventana del “No responde” tampoco responde.
En aquellos momentos no te hacían la más mínima gracia, pero ahora darías cualquier cosa por volver a tener uno de estos problemas, aunque sea solo un vez. Porque aunque no lo parezca, de todos y cada uno de ellos, aprendimos una lección. Nos definieron como generación. Porque ya no hay problemas como los de antes.
1. Rebobinar las cintas una vez las hemos visto. Algo que casi nunca o nunca hacías. Y no era algo tan complicado pero... qué pereza, ¿no? Es como cambiar el rollo de papel higiénico. Siempre vendría alguien detrás a hacerlo por ti.
2. Volver a enrollar los cassettes con un lápiz. Cómo la liábamos, y mira que es difícil que la cinta se salga del cassette. Pero por H o por B, acababa ocurriendo. Era un misterio. El mismo misterio que impulsa a nuestros cascos de música a enredarse solos en nuestros bolsillos, sin tocarlos, sin agitarlos y sin moverlos de sitio.
3. Maldecir en arameo cuando te topas con ese Pokémon y solo te quedan Pokéballs. Qué oportuno todo. Tenía todo el maldito juego para aparecer, tú tan tranquilo con tus superballs, ultraballs…todo tipo de balls. Y justo tiene que aparecer cuando no tienes nada con qué atraparlo. ¿POR QUÉ? Por si eso fuera poco, el combate te deja exhausto. Le lanzas la pokéball, lo atrapas, y encima tienes que cruzar los dedos para que el bicho no se te escape. No, para qué hacerte la vida más fácil cuando pueden tenerte al borde del infarto.
4. Buscar un sitio seguro para tu discman. Menudo tamaño tenía, y si ahora nos parece difícil guardar el iPhone 6, el discman ya era otra movida de categoría superior. Antes se utilizaba más la cabeza, fieles aprendices del Tetris, para que todo encajara a la perfección. Los más atrevidos hasta salían a correr con el discman. Aunque a veces las canciones se entrecortaran entre trote y tropiezo.
5. ALGUIEN HA GRABADO SOBRE MI CINTA. Estás viendo la película de turno cuando, de repente, aparece la cara de Matías Prats entre la Bella y la Bestia. Y no sabes si llorar, maldecir al mundo real o indignarte con madurez. O peor. Grabas ese programa que querías conservar toda la vida y te encuentras conque el final está cortado por un culebrón de Antena3. ¡PERO ESTO QUÉ ES!
6. Tenías que elegir entre hablar por teléfono o conectarte a Internet. No hace falta añadir nada más. El hecho de recordarlo ya es bastante duro. Y nos ha hecho más fuertes y más valientes. Y si en casa se ponían pesaditos, siempre podías ir al ciber con tus colegas a jugar al Counter o hacerte pasar por actor porno en el chat de Terra.
7. Cómo volver a doblar el mapa. Bueno, puede que este problema en particular sigamos sufriéndolo en algunas ocasiones, pero por aquel entonces trajo muchos cabreos y muchos “a tomar por culo, lo doblo como me salga de los c******” Conseguir doblar el mapa de nuevo te acreditaba como experto en papiroflexia en España y parte del extranjero.
8. El porno no se veía, se intuía. Estaba tan pixelado que dabas gracias si lograbas detectar un pezón entre tanto cuadrado de color carne. Y luego llegaba tu abuela, cogía el teléfono y adiós al porno.