Puede que las chicas no seamos tan complicadas como nos pintan, pero sí que es verdad que formamos algo así como una sociedad secreta con nuestras reglas, nuestros signos y, también, nuestro propio código secreto. Para mantener la intriga no vamos a desvelarlos todos, pero aquí tenéis algunos ejemplos. Y recuerda, como en el Club de La Lucha, contándoos esto estamos incumpliendo la primera regla del código secreto femenino: Nadie habla de este código.
1. Tiempo para llamar. Damos un tiempo máximo para que un chico nos llame desde que nos pide el teléfono. Un día es lo ideal, dos es aceptable, al tercero ya empezamos a dudar y al cuarto le tachamos de la lista de futuribles. Así que nos os hagáis los “interesantes”, no cuela.
2. El “me gusta” de una amiga es sagrado. Cuando una amiga dice que un chico le gusta, nuestro cerebro procesa automáticamente que él es zona prohibida. Da igual quien lo conociera antes, si a él le gusta otra o si una bola de cristal te dice que es tu pareja ideal, el “me gusta” es sagrado.
3. Si no opina, no es fiable. Hay gente que vulgarmente le gusta decir que somos unas criticonas entre nosotras, pero no es así. Simplemente nos gusta comparar percepciones sobre otros sujetos de nuestro mismo sexo. Una chica que no entre en este juego, no es de fiar.
4. Los false friends. Hay un complejo lenguaje confeccionado por las mujeres a lo largo de los siglos donde expresiones que parecen querer decir una cosa pueden significar todo lo contrario. Se dice que “haz lo que quieras” puede equivaler a “como lo hagas, te mato”, “estoy bien” puede expresar “más vale que insistas en descubrir qué me pasa” o “no me enfado, pero...” puede anunciar una bronca monumental. Sencillo, ¿verdad?
5. La música es una señal. Cuando un chico que apenas conocemos nos envía música para que escuchemos y/o la descubramos sabemos que siente algo por nosotras. No falla. Pensar que lo que dice la letra tiene algo que ver con ese sentimiento es otro cantar.
6. Sí, hablamos de sexo. Cuando hablas de sexo con una amiga es la señal definitiva de que confías en ella. Puede que los chicos piensen mucho más en sexo pero varios estudios demuestran que nosotras hablamos mucho más de ello, con más detalle y, sobre todo, siendo más realistas. Así que cuidado, a los fantasmas los detectamos a millas.
7. Decir lo que queremos oír. Todos valoramos la sinceridad pero nosotras tenemos algo así como unos filtros para maquillarla a nuestro gusto y agradecemos que el resto haga lo mismo por nosotras. Un “ese vestido te queda mal” se puede sustituir con “no deja mostrar tu buen cuerpo” o “ese chico pasa de ti” por un “no te merece”. El mismo resultado pero la mitad de discusiones.
8. Todos necesitamos ayuda. Aunque los chicos siempre quieran resolver las cosas por su cuenta y parecer más duros que Chuck Norris, lo cierto es que tanto ellos como nosotras, necesitamos ayuda alguna vez. Preocuparse por nuestros problemas y escucharlos como si explicáramos el final de Breaking Bad hará que suméis puntos ipso facto.
9. Memoria de elefante. Que nadie intente llevarnos la contraria cuando hablamos de un recuerdo. Obviamente hay excepciones, pero lo que realmente nos importa lo guardamos en un rinconcito como un disco duro mental que somos capaces de reproducir cuando nos interesa. Lo malo es cuando dos mujeres recuerdan dos películas diferentes. La conversación puede durar días, semanas, e incluso, meses.