Nos conocerán por ello. Los jóvenes españoles hemos desarrollado una actividad lúdica que ha cruzado todas las fronteras habidas y por haber. Atrayendo a multitud de jóvenes de todo el mundo a nuestras hermosas tierras. Generando, año tras año, un flujo inacabable de turismo y provocando que España sea el destino preferido de nuestros sensatos compañeros europeos en el programa Erasmus. Se trata del botellón, uno de los grandes inventos de nuestra generación.
Hartos de toda la polémica asociada a este fenómeno, incluidas prohibiciones varias y múltiples críticas hacia nosotros, acusándonos de vagos, narcisistas, frívolos, despreocupados, granujas, maleantes, y sabe Cristo qué más, hemos decidido poner fin a esta mala fama. Que no se diga que no sabemos lo que hacemos. Hemos desarrollado una lista que explique, de la forma más precisa posible, metódicamente, qué se necesita para llevar a cabo un botellón correctamente. Lo dejamos escrito, como propósito de ley. Que vean que estamos preparados para lo que nos echen. Teniendo en cuenta todas sus variantes —muchísimas, por otra parte— este artículo recoge unas premisas básicas para tener muy claro qué hacer y cómo hacerlo. Hay método en nuestra locura.
Como primer paso inevitable y necesario se necesita una reunión previa. Ya sea en persona, más adecuada, o por redes sociales, es imprescindible organizar el botellón anteriormente. Aquí, hablando e interactuando de forma civilizada, se desarrollarán todos los puntos expuestos a continuación. Se discutirán y buscarán las mejores soluciones para el individuo y para el grupo. Se hace política. Cualquier imprevisto será aceptado e incorporado inmediatamente al desarrollo del proceso. El objetivo de la velada es único y claro: pasarlo bien con tus amigos.
1. Lugar. Al ser el botellón un acto social asociado a algún tipo de celebración o juerga posterior, generalmente —y aunque pueda ser una celebración en sí—, es habitual conocer de antemano dónde se va a celebrar en términos de localización geográfica. La decisión fundamental de este aspecto reside en su ubicación espacial: interior o exterior. Ante la posible disyuntiva, se han de tener en cuenta, entre otros factores, los siguientes: clima, leyes vigentes, participantes, dimensiones del lugar, posibilidades de poner musicote y el potencial riesgo presencial de agentes desestabilizadores (vecindario, la autoridad, familiares, etc.).
2. Día y hora. Ajustar una fecha que le convenga a todo el mundo, en la medida de lo posible. Si es un acontecimiento de relevancia conviene informar con días de antelación. En cuanto a horarios, tener decidido cuándo empezar y cuándo acabar es cauto y recomendable. Lo idóneo es ser precisos con el inicio y más laxos con el final, sabiendo, en este último caso, que los caminos de la parranda son inescrutables.
3. Encargados de la compra e invitados. ¿Cuánta gente va a asistir? Se aceptarán incorporaciones de última hora, todo tipo de inclusiones e incluso a desconocidos, pero es importante mantener cierto orden para desarrollar el botellón de manera triunfal. Los que lleguen a deshora tendrán que hacerse con sus propios víveres y, a priori, aceptarán el plan inicial. Por otra parte, se designarán encargados para ir a por las cosas, que manejarán el bote y con los que habrá que rendir cuentas antes y una vez finalizada la compra.
4. Bebidas alcohólicas. Aspecto clave, pues en torno a esto gira el plan completo: escoger qué beber. Asociarse para conseguir lo que uno quiere, formar alianzas, probar cosas nuevas, buscar calidad/precio, ser independientes e ir por libre… Crear debate y decidir, en definitiva. Núcleo central del botellón. De su buena ejecución depende el éxito de la empresa.
5. Bebida de acompañamiento. No siempre será necesaria; pudiendo seleccionarse cervezas, vino, entre otros, o, directamente, no querer acompañamiento a la bebida de alta graduación. Sin embargo, suele ser un elemento siempre presente, pues mucha gente elige para sus mezclas diferentes refrescos y líquidos. Es aconsejable no arriesgar e incluso pillar de más. Es primordial evitar que alguien sufra un posible desabastecimiento.
6. Hielos. Elemento escurridizo y, por lo tanto, peligroso. Es habitual olvidarse de adquirirlo o comprar insuficientes cantidades. Otro factor a tener en cuenta es su disposición. En interiores, recipiente siempre próximo al jolgorio y reservas en el frigorífico. En exteriores, cuidar de que no se derritan o extravíen.
7. Vasos. Fundamentalmente, tamaño y número. No toda bebida requiere el mismo recipiente, por lo que habrá que tomar una decisión acerca de este tema. En caso de realizarse en un domicilio particular, se podrá contar con vasos domésticos, si es que interesa.
8. Extras. Siempre es aconsejable acordar si se necesitarán cosas para picar. Algunas patatuelas, aceitunillas, frutos secos… Incluso, para ser previsor, se puede preparar e incluir la cena anterior a la algarabía y/o la comida del día siguiente; el objetivo sería sentirse respaldado y seguro en todo momento. Los ibuprofenos, agua extra y demás elementos de colaboración para superar la resaca también serán bienvenidos.
9. Musicote. Dependiendo del tipo de botellón, se elegirá una u otra. Como en el resto de puntos, previsión: es mejor llevar hecha una lista para amenizar la reunión. Así, también se puede ir ajustando el ritmo de la fiesta a la música preparada y viceversa. En cualquier caso, no se considera mala idea improvisar, sobre todo cara al final de la velada, para ofrecer justo lo que el grupo necesita en cada momento o atender alguna petición particular digna de tener en cuenta. Ojo con el volumen, en cualquier momento; se procurará no molestar al prójimo.
10. Divertirse cívica y alegremente. Una vez arreglado todo, solo queda disfrutar. Dentro del respeto y el buen rollo, el botellón será desarrollado mientras se intenta conseguir el objetivo principal nombrado al inicio de esta lista: pasarlo teta. Se intentará provocar los mínimos desperfectos posibles y se recogerá todo una vez terminada la jarana en caso de que el botellón se realice en un lugar público, o cuando se estime oportuno si el lugar es propiedad de alguno de los participantes.
Y así queda establecido este primer paso hacia la oficialidad. Podemos llamarlo “Metodología del Botellón: organización y disfrute”. Esta humilde y pequeña lista busca la cordialidad con todos y para todos, pues intenta regularizar nuestra amada actividad y mostrará a esos desconfiados adultos y a esas díscolas autoridades que somos una juventud listísima, concienciada y proactiva.
Se admite cualquier apunte, revisión o mejora. Por supuesto. Y lo que es más, se admite hacer un botellón sin planificar nada y pasando de todo. Seguramente sea más divertido.