Parece un proceso sencillo pero ni mucho menos lo es.
1. Primero, y tras mucho tiempo, te empiezas a dar cuenta de que necesitas cortarte el pelo de nuevo… ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Seis meses sólo?
2. A partir de ese momento, buscas inspiración en cortes de pelo de otras personas, en la televisión, en internet…
3. Sin embargo, al final optas por sanearte las puntas.
4. Cuando al fin pides cita en la peluquería piensas: “la suerte está echada”.
5. Y justo el día que vas a ir a cortártelo, tienes el pelo más bonito que nunca.
6. Siempre tienes la duda de si te habrás explicado con suficiente claridad y no te hará lo que él o ella quiera.
7. Una vez que empieza a cortar, empiezas a observar la cantidad de pelo que te corta y quieres morir.
8. Cuando todo ha terminado, te puede gustar o no el corte, pero siempre le dirás al peluquero en cuestión que te encanta, aunque por dentro pienses que no vas a volver a ese lugar.
9. En el caso de que te haya cortado mucho el pelo, te planteas la opción de las extensiones, la de no salir de casa y la de no volver a cortarte el pelo nunca más.
10. Si te gusta el corte, sabes de sobra que cuando te toque peinártelo no va a quedar ni parecido. Pero lo intentas.
11. Te prometes a ti misma no volver a usar tantos productos dañinos para que tu pelo se mantenga bien por mucho más tiempo. Pero lo dicho, son solo promesas.
12. Y todo vuelve a empezar.