El tan esperado lanzamiento de "Squid Game: The Challenge" en la plataforma de streaming Netflix ha generado más que entusiasmo entre los fanáticos del reality show. Sin embargo, detrás de la fachada del entretenimiento, surge una controversia significativa. Algunos concursantes del programa están considerando emprender acciones legales contra la gigante del streaming por lo que describen como condiciones de filmación "inhumanas". Esta nueva serie, inspirada en el fenómeno surcoreano "El Juego del Calamar", no solo ha cautivado a la audiencia por su premisa intrigante sino que ahora se encuentra en el centro de una tormenta mediática debido a alegaciones de lesiones sufridas por los participantes durante las grabaciones.
En los primeros cinco episodios de "Squid Game: The Challenge", que se lanzaron recientemente, los espectadores fueron testigos de competiciones intensas inspiradas en los juegos infantiles de alto riesgo, siguiendo la estela de la serie original. Sin embargo, detrás de las escenas, algunos participantes están decididos a hacer que sus voces se escuchen, planeando demandar a Netflix y a los productores del programa por las condiciones extremas a las que fueron sometidos durante las grabaciones en el Reino Unido.
Los reclamos de los concursantes incluyen "lesiones graves" como hipotermia y daños en los nervios, según informes de Deadline. El abogado Daniel Slade, de Express Solicitors, ha asumido la representación de los afectados y ha enviado cartas de reclamación en nombre de los concursantes a Studio Lambert, la productora asociada de Netflix. Slade no dudó en calificar las condiciones como "absolutamente inhumanas", y reveló que los participantes tuvieron que permanecer inmóviles durante horas a temperaturas bajo cero mientras filmaban en el frío clima británico.
"Los concursantes pensaron que estaban participando en algo divertido y los heridos no esperaban sufrir", dijo Slade en una declaración pública. "Ahora se han quedado con lesiones después de pasar tiempo atrapados en dolorosas posiciones de estrés en temperaturas frías. Traspasaron los límites de la seguridad en nombre del entretenimiento. Las productoras deben garantizar que los estándares de salud y seguridad en sus programas no dejen a las personas en riesgo de sufrir daños".
Uno de los incidentes que ha desencadenado la polémica ocurrió durante la filmación del juego de apertura "Red Light, Green Light", en el que los concursantes debían evitar ser detectados por una aterradora muñeca robótica congelándose en su lugar. Este juego se llevó a cabo en los Cardington Studios, una antigua base de la Real Fuerza Aérea en Bedford, durante una ola de frío en Inglaterra donde las temperaturas alcanzaron los 0 grados Celsius. Según informes, algunos concursantes colapsaron después de jugar el juego durante seis horas.
La declaración de uno de los participantes resume la gravedad de la situación: "Imagina que juegas 'Red Light, Green Light' durante seis horas. ¿Qué tipo de juego es ese? Esto ya no es un juego. La diversión se ha ido. No puedes decirle a la gente que tienen que estar de pie a temperaturas bajo cero con solo un chándal y dos pares de calcetines. Vamos".
Además de las condiciones climáticas adversas, los concursantes también se quejaron de restricciones en el vestuario, alegando que no se les permitió usar ropa abrigada durante las grabaciones, limitándolos a monos proporcionados por la producción. También expresaron su descontento por las llamadas de despertador a las 3:30 de la madrugada, la falta de suficiente alimentación proporcionada por el estudio después de las grabaciones y el agotamiento generalizado entre todos los participantes.
La reacción de Netflix y los productores del programa, Studio Lambert y The Garden, no se hizo esperar. En respuesta a las acusaciones, un portavoz de "Squid Game: The Challenge" afirmó que la producción se preocupaba "profundamente por la salud de nuestro elenco y equipo, y por la calidad de este programa". Negaron rotundamente que hubiera irregularidades en la competencia o que los concursantes hubieran sufrido daños graves, asegurando que se tomaron "todas las precauciones de seguridad adecuadas, incluida la atención posterior a los concursantes, y un juez independiente supervisa cada juego para garantizar que sea justo para todos".
Sin embargo, estas declaraciones no han disipado la creciente controversia en torno a las condiciones de filmación y la seguridad de los concursantes en los reality shows. Las amenazas de demandas legales plantean preguntas más amplias sobre la ética y responsabilidad en la producción de programas de entretenimiento, especialmente aquellos que implican riesgos físicos para los participantes. La situación se complica aún más con la confirmación de que tres de los 456 concursantes requirieron atención médica durante las grabaciones. Aunque Netflix confirmó estos incidentes, también señalaron que se tomaron medidas adecuadas para garantizar la seguridad y el bienestar de los participantes.
No obstante, la controversia ha alcanzado tal magnitud que se informó en febrero que el programa enfrentaría una "inspección de seguridad independiente" después de estos incidentes médicos en el set.
La Salud y Seguridad Ejecutiva del Reino Unido (HSE), que investigó las condiciones en el set, determinó que no se requería tomar medidas adicionales. Esto no ha detenido la creciente ola de preocupación sobre cómo los programas de entretenimiento contemporáneos están equilibrando la línea entre el espectáculo y la seguridad de los participantes.
El incidente no solo arroja luz sobre las condiciones específicas de este programa, sino que también plantea preguntas más amplias sobre la industria del entretenimiento en su conjunto. ¿Hasta qué punto se deben permitir situaciones extremas en nombre del entretenimiento? ¿Cuál es la responsabilidad de las productoras y plataformas de streaming hacia los concursantes que participan en programas de este tipo?
A medida que "Squid Game: The Challenge" continúa su emisión y el debate en torno a las condiciones de filmación se intensifica, es probable que estas preguntas persistan, dando forma a futuras discusiones sobre ética, seguridad y el precio del entretenimiento televisivo.